El cuento del “Agualillo Silente”


ESCRITO POR MONSTERS - NOVIEMBRE 2018




El cuento del “Agualillo Silente”

Erase una vez una hermosa pájara a la que le encantaba surcar los más altos cielos, recorrer los desiertos más calurosos, volar entre las nubes más glamurosas y bañarse en algodonosos copos de nieve. Sus alas eran expertas en surfear las corrientes más cálidas, y su afán de aventuras no le dejaba mucho tiempo en un mismo lugar. Conocía tanto que creía que nada le sorprendería. Era una gran amiga de nuestra monstruoa Zea, con la que había compartido montones de aventuras.

Le contó a Zea algo muy curioso que le sucedió hace no mucho tiempo, mientras volaba por uno de los jardines más recónditos de Linen. Se sintió observada sin saber por quien o por qué. Siendo como es tan curiosa, se paro sobre una de las flores, con cuidado por no aposentar sus delicadas patas sobre alguna de las plantas venenosas.

El silencio reinaba. Ni tan siquiera se oía el sonido de las hojas al ser mecidas por el viento. Era algo extraño, porque en ninguno de los lugares por los que había pasado había sentido el silencio absoluto.

Algo o alguien se escondía, pero por más atenta que estaba no conseguía ver nada. Ni su afilada vista distinguía nada fuera de lo normal.

Lo que si que percibía, era un extraño olor a agua salvaje.

Pensó que si se escondía y se mimetizaba entre las hojas posiblemente pasaría desapercibida y podría averiguar que era lo que tanto despertaba su curiosidad.

Y así lo hizo… Se escondió y al rato, desde la parte trasera de una piedra, comenzó a salir un ser extraño nunca visto por ella. Un olor a agua fresca empezó a inundarlo todo. Se movía con un inusitado sigilo. Nuestra pájara quedó hipnotizada sin atreverse a mover ni un plumón. Vio como se acercaba a la orilla del agua y con unas dulces sonidos conseguía que la tranquila y silenciosa agua del arroyo, se convirtiera en el más bravo de los rápidos. Poco a poco, se introdujo en el salvaje riachuelo mientras el agua se arremolinaba a su alrededor y lo abrazaba.

Del riachuelo surgieron seres susurrando sonidos de agua, desde un goteo, hasta el sonido de la lluvia sobre las hojas del bosque.

Le llegaban olores a musgo húmedo, y tierra mojada tras una torrencial tormenta…Y sobre todo, a agua fresca y pura. Le maravilló observar, con que delicadeza se abrazaban y se fundían en el agua desapareciendo en las profundidades.

Y así fue como aprendió, que estando en silenció y observante, se descubren cosas tan maravillosas e increíbles. Decidió llamarlos “Agualillos Silentes”. Y allí, siempre que pasaba cerca de un riachuelo, intentaba encontrarlos.
No siempre lo consigue y cuando percibe olores de agua, siempre dice que un “Agualillo Silente” anda cerca, incluso cuando el olor es a agua estancada.

Desde entonces, su aleteo es silencioso. Escucha las corrientes y su posarse es casi imperceptible. Gracias a ello, es capaz de descubrir y escuchar sonidos, no aptos para ruidosos. Hoy es el día en que disfruta de cosas que hasta ahora habían pasado inadvertidas para ella, sin duda… Y esto ya es cosa mía. Porque creo que podemos aprender un poco de esta historia . A escuchar.


ASÍ SOMOS

Zea

Zea

Doi

Doi

Kru

Kru

Mushu

Mushu